10 de febrero de 2012

"Hay dos maneras de vivir la vida. 
Una es hacer como si los milagros no existieran, 
otra es hacer como si todo fuera un milagro."

Albert Einstein

8 de enero de 2012

Si nada es imposible, y yo estoy haciendo nada...
¿Entonces estoy haciendo lo imposible?

7 de enero de 2012

Justo en aquel momento.

Si el día anterior a aquel, alguien me hubiese dicho que justo en esa tienda conocería a la persona con quien querría pasar el resto de mi vida, probablemente le habría tirado algo a la cabeza. Pero en ese momento, justo en ese instante en el que todos estos pensamientos rondaban por mi cabeza, él estaba allí, en la otra punta del pasillo. Mirándome con aquellos ojos vedes en los que me gustaría dormir. En ese momento no me planteé siquiera la posibilidad de acercarme a hablar con él. Yo no era de aquellas chicas que iban pidiendo nombres allá donde fuesen, no. Yo era más bien de aquellas que se quedaban en una esquina mientras todos encontraban a su pareja ideal. Sí, exacto, esa era yo. Así que mientras él miraba la sección masculina, yo miraba la femenina, siempre intentando que nuestas miradas no se cruzasen. Bolsos, camisetas, pantalones, pijamas... No era eso lo que yo quería. Yo quería algo más especial: lo quería a él. Pero eso daba igual ahora. Me alargué para coger uno de los cinturones que había en un estante, pero justo en ese momento una mano pasó por encima de la mía y lo cogió antes que yo. Di media vuelta para ver al ladrón de cinturones y, justo ahí, con una sonrisa enorme en la cara, estaba él. Iba a decir algo, pero todo lo que salió de mi boca fue un suspiro.
- Perdona, ¿Lo quieres? Es que como te he visto estirándote y eso, he pensado que...
- ¡No, no! Genial. No llegaba, así que... Gracias- le sonreí y le cogí el cinturón de las manos.
Me di la vuelta y seguí ojeando la ropa. Me había bloqueado. En ese momento no sabía exactamente qué estaba haciendo. Solo sabía una cosa: él estaba allí. Noté un toquecito en el hombro y me di la vuelta. Ahí seguía.
- Oye... perdona si te molesto, pero... ¿Podrías decirme cómo te llamas?- asentí y le di mi nombre.
Empezamos a hablar y a sonreír. Nos paseamos por la tienda mientras nos contábamos qué hacíamos allí. Él había venido con su hermana pequeña y su padre para comprarle un regalo de cumpleaños a su made, y yo estaba allí simplemente porque mi mejor amiga me había dejado plantada y no tenía nada que hacer. En ese momento me di cuenta de que no sabía cómo se llamaba, así que se lo pregunté.
- Es verdad, no te lo había dicho. Me llamo Sergio Fe...- una voz detrás de él le interrumpió.
- ¡Sergio, nos tenemos que ir ya!- un hombe de unos cuarenta años le esperaba en la puerta sonriendo- ¿Qué, ligando?
- Em... ¡Ya voy, papá!- me miró- Ha sido genial conocerte, espero que nos volvamos a encontrar ¡Hasta otra!- y se fue corriendo.
Y así fue como perdí a quien debería haber sido la persona que pasaría el resto de su vida conmigo. No sabré nunca su apellido, pero siempre recordaré sus ojos. Verdes y profundos. Y siempre le recordaré a él como la persona más maravillosa del mundo.
Si quieres que te roben el corazón, enamórate de un traficante de órganos.

17 de diciembre de 2011

Se ríen de tí porque eres diferente. Ríete de ellos porque son todos iguales

Kurt Cobain

4 de diciembre de 2011

Inspiración momentánea


Los auriculares reproducían música a mis oídos, que se estimulaban con cada nota de la canción. Nunca me había gustado demasiado ir por la calle con los auriculares puestos, sentía como si no formase parte de la calle y no me gustaba no poder oír lo que había a mi alrededor, pero desde hacía poco había tenido que aprender a evadirme de la realidad de alguna manera, así que escuchaba música a todo volumen por la calle. En ese momento, disfrutaba de los últimos acordes de mi canción favorita cuando divisé a mi mejor amiga al otro lado de la calle. La saludé con la mano y fui andando lentamente hacia ella. Cuando iba a medio camino, su novio salió de la tienda y me saludó, pero de una manera algo extraña: en vez de mover la mano, me señaló con el dedo con ojos asustados. Seguí hacia delante y mi amiga empezó a gritarme y a saltar y señalarme. No sabía lo que me decía, pues llevaba puestos los auriculares, pero era evidente que estaba enfadada conmigo. La hice señas para expresarle mi perplejidad, pero ella siguió gritando y señalando. Entonces, me di cuenta de que no me estaba señalando a mi, sino detrás de mi. Así que me di la vuelta, a tiempo para ver dos luces blancas y un enorme camión detrás de mí. Para cuando me di cuenta de lo que estaba pasando, ya era demasiado tarde. Creo que caí al suelo, y todo se fundió a negro.

Inspirado, no sé por qué, por esta canción:

21 de noviembre de 2011

Molaría que se me ocurriese algo para escribir. Pero todo lo que puedo hacer es poneros muñequitos monos^^

10 de noviembre de 2011